sábado, 30 de octubre de 2010

Para leer un rato

Bueno aquí está uno de los dos textos literarios que pondré cada semana. Hoy he vuelto a hacer trampa y puse uno que escribí hace un par de meses: mañana domingo palabra que pondré uno nuevo, que estoy haciendo desde el miércoles. Además, contaremos con la colaboración de Orlando Díaz Gutiérrez en el apartado de artes marciales. Sin más dilación, aquí dejo el texto...espero que si no les gusta al menos les haga pensar.
EN EL CAMINO NOS ENCONTRAREMOS
Probablemente la calle de mayor cultura que exista en la capital de provincia, ya sea por su nombre, Tomás Morales o por su empeño en centralizar la inmensa mayoría de los recintos académicos, desde los institutos y el campus de Humanidades, hasta el gobierno y el Pueblo Canario, con su museo de arte modernista en el interior. Una calle continuamente en obras, con las mezcladoras de alquitrán en constante vómito de renovación, creado a base de sudor y dinero público, al tiempo que en las calles de los puticlubs, dos o tres más abajo de la culta, tira de espaldas la peste al agua fecalizada de esa alcantarilla rota y supurante desde hace ya más de cuatro años: se parchean con losas de metal las grietas de la tubería gorda que expulsa la mierda, en un intento paralelo por parchear una ciudad cambiante e igual de jedionda, que pretende continuar bajando más y más las calles de las prostitutas, con sus jacosos, sus camellos, sus hijos de puta-en el sentido más literal del término-, sus viejos verdes y demás infrahumanos, hasta un Atlántico capaz de tragar con todo, como ha venido haciendo con los talentos isleños despreciados y con los cerebros prodigiosos obligados voluntariamente a marchar hacia Madrid, con la única esperanza de que el mar los ahogue a todos y sus cuerpos sean devorados por las morenas, para así acabar con el problema y no verlos más nunca, mientras en la calle del medio, sitio del templo evangélico y de la iglesia católica locales, feligreses de ambas confesiones ruegan porque las prostitutas consigan una vida mejor, porque los ancianos y los niños no estén desamparados y porque los drogadictos logren curarse del mal que los atormenta. A cada golpe de pecho, a cada cuenta del rosario, a cada alabanza gritona miran de reojo para asegurarse de que Doña Tal hoy no trajo las perlas, de que Menganito lleva puesta la misma blusa de ayer y de que Fulana no puso mas de cincuenta céntimos en la cestita. Al finalizar los actos, salen por la puerta de atrás, pues en la principal vuelve a estar ese hombre manco y sin duchar con un vaso de plástico lleno de cobre rumbriento. Misa y culto terminan a las ocho de la noche, hora que coincide con la salida de los estudiantes universitarios del turno de tarde: animados por el inminente fin de semana, caminan despacio paladeando el anochecer clarito por no haberse cambiado la hora aún, bromeando sobre los compañeros, comentando la ultima lección, quedando para esa noche...las personas van y vienen de las diversas calles que se unen tan solo por las esquinas y los pasos de cebras. Las viejitas que viven detrás de las iglesias se agarran bien el bolso y se aferran del brazo de su amiga, a la que pondrán a caldo nada más atravesar el portal, después de darles un beso. Los sintecho-homeless, según esa manía de aceptar cualquier foraneidad como un síntoma de avance-piensan en que todavía les queda pasar la noche sin que los escupan, los meen, los quemen o simplemente, sin que los despierten. Los estudiantes ateos llevan camisetas antisistema que sus padres les regalaron por nochebuena, con aes rojas en el pecho y símbolos independentistas cuyo significado desconocen y se ponen unicamente con el fin secreto de impresionar a niñas jipys que por revolución entienden ataviarse con pulseras de los chinos y llevar calcetines de colores distintos, en plan Punky Brewster.
-En la Casa de África el miércoles que viene dan una conferencia sobre la guerra del Sudán y sus repercusiones en el continente-comenta un chico matriculado en segundo de historia a su amigo-.Deberíamos de ir, que es una buena forma de concienciarse.
-Pero es que ese miércoles hay una fiesta erasmus-responde.
-Bueno, pero la conferencia empieza a las ocho y lo otro sera a partir de las doce, por lo menos. Además, si nosotros que somos estudiante, no nos preocupamos de la problemática mundial, ¿a quién va a interesarle?¿A los políticos que no hacen más que gastar en chorradas?
La conversación fue cortada porque el móvil con mp4 integrado y cubierta de titáneo, con cámara fotográfica de ochenta gigas, bluetooth y diez juegos de la sega megadrive, le sonó al muchacho. Era su madre, que lo llamaba para ver si necesitaba dinero para salir esa noche y mientras conversaban por la acera, un vagabundo, con pinta de alcohólico, les venía de frente: era conocido por la zona y le llamaban el "Pápa Noel" dado su barba blanca y espesa, llena de liendres y minúsculas arañas de esas que uno se traga sin darse cuenta mientras ponen huevos en la piel. El hombre caminaba con las piernas abiertas, al estilo sheriff del oeste, más que por la borrachera crónica que siempre traía, por la costra de mierda seca y amarillenta que se le empegostaba desde el origen-el ojete, claro está-hasta casi la totalidad de los dos muslos: esta costra se le descorchaba como la pintura demasiado hinchada por la humedad que se va desprendiendo de una pared hace tiempo olvidada, con la que nadie quiere rozarse. El picozón de la caca hacía que no parara de rascarse, por lo que sus uñas cobraban un olor fétido y una tonalidad negra por la putrefacción. Uno sabe lo del culo de este individuo, pues aunque de cintura para arriba iba atabiado con una elegante blusa de botones que tú tiraste por rompérsele el bolsillo, de cintura para abajo llevaba nada en los pies y un panatalón de chándal, marrón, parecido al de Muhhamad Alí en aquel anuncio-spot, si queremos ser tomados en serio-roto, de dormir en la calle, a la altura de las nalgas...Era un trapo informe, con hedor a vieja jareada por la zona del pene y bosillos aunque abiertos, imposibles de separar del resto del pantalón por estar empegostados con la cola del sudor, el ollín y los churretes de Don Simón. Cuando vio a los estudiantes, alzó la mano palma arriba por ver si le tocaba la lotería y estós se encaramaron a la pared más cercana como si esa mano fuese la de Muerte que venía a buscarlos: el que propuso lo de ir al tema del Sudán, el que hablaba por el móvil, el que le pedía dinero a mamá, añadió un gesto de asco hacia el hombre. No lo pudo controlar, pero asco igualmente.
El vagabundo cagado y jareado siguió adelante, sin percatarse mucho de la indiferencia estudiantil: efectos secundarios de que se te quemen las neuronas con el vino industrial puesto en tetrabrick. Al tiempo, el chaval terminó la conversación, tras sacarle a su madre treinta euros, con gusto de ella, porque el niño también tiene derecho a divertirse y reanudó la conversación:
-Pues lo dicho: si a nosotros no nos interesan las personas del tercer mundo, ¿a quién lo hará?
Hubo una pequeña pausa frente al escaparate de la pastelería alemana y como podía hacerse tarde para emborracharse antes de entrar en la disco el del móvil preguntó:
-¿Qué hora es?
-Son...-su colega subió el brazo para ver la hora en su reloj suizo hecho en Taiwán, momento en el que divisó sus playeras estadounidenses Nike hechas en China, sus pantalones españoles Zara fabricados en Marruecos y su polo francés Lacoste cosido en Pakistán-.¿Sabes lo que te digo?Que a ti y a mi, las personas del tercer mundo, nos importan una mierda.
Con esta sentencia entraron a tomarse un bretzel y un cortado leche y leche.

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