martes, 23 de noviembre de 2010

uno y medio de dos

Bueno de nuevo falle a mi palabra...la visita al campo pudo conmigo y no tenia muchos ánimos de ponerme a escribir jejeje. Lo procuraré compensar hoy con la breve reflexión que anuncié en mi último post. Sin más espera les brindo mi opinión sobre:

Si todo es relativo, ¿entonces que hacemos con la frase?
Y es desde ahí desde donde parto: para hacer caso a la sentencia "todo es relativo" tendríamos que asumir que para que este hecho sea siempre así, dicha afirmación debe ser cierta en todo tiempo, lugar, contexto...es decir, para aceptar que todo es relativo, debemos aceptar que la oración "todo es relativo" es absoluta. Considero que una teoría la cual se basa en un principio totalmente contrario al que defiende hace lagunas por todas partes. Del mismo modo, como yo mismo dije cuando me tragaba esta patraña, podríamos utilizar otra sentencia: "la excepción confirma la regla". Pero si utilizamos este salvavidas de nuevo surgen contradicciones, principalmente dos:

-Por un lado, habría no solo que aceptar que la oración "todo es relativo" es absoluta, sino que también habría que hacer la misma observación con "la excepción confirma la regla"...es decir, para aceptar que todo es relativo, tenemos de manera innegociable que aceptar que al menos existen dos absolutos. Para mi que esto ya va haciendo aguas.

-*Por otro lado, la frase original proviene de un principio jurídico medieval que reza “exceptio probat regulam in casibus non exceptis” o “exceptio confirmat regulam in casibus non exceptis“, que viene a significar “la excepción confirma la regla en los casos no exceptuados”/* o sea, que aquello que llamamos excepción de la regla, no es sino un nuevo hecho que a su vez tiene su propia regla: por ejemplo, si afirmamos  que todos los perros nacen con cuatro patas y, de repente, surge una raza de perros con tres, no podemos obcercarnos en nuestra teoría de las cuatro patas para todos los perros, sino que habrá que buscar un porqué a la nueva realidad de las tres patas y darle una explicación -teoría- o bien modificando la teoría original o bien haciendo una nueva teoría en exclusiva para los perros no cuadrúpedos o en último caso incluso desechar la teoría principal. Por ello, sería mejor replantearnos y/o al menos corregir la teoría de que todo es relativo.

Por último y considero que es la explicación más factible al menos que yo haya descubierto es que cuando llamamos "relativo" a algo, en realidad queremos decir "subjetivo": los hechos, entes y cosas son lo que son por sí mismos, independientemente de las distintas perspectivas que podamos tener sobre ellos...es decir, si cogemos una silla y cuatro personas la ven desde cada uno de los puntos cardinales que existen, sin posibilidad alguna de moverse de su sitio, todos tendrán una visión diferente y personal -subjetiva- de la silla, pero ésta seguirá siendo una silla, aun si viniera una quinta persona y perjurara que es una cabra. Por lo tanto, no es que sea relativo que ese mueble sea una silla, sino lo que ocurre es que existen cinco visiones diferentes de una misma idea -concreta y no abstracta en este caso- no siendo ninguna de ellas ni totalmente acertada, ni totalmente errada, lo cual no significa que valga todo: el sujeto que está convencido de que el objeto es una cabra si estará totalmente equivocado...aunque a priori, porque a pesar de ser algo superficialmente absurdo tendremos que escuchar su opinión sobre el asunto para saber porque afirma que el asiento es en realidad un animal: antes de hacer juicios precipitados sobre determinadas ideas, deberíamos conocer tanto las explicaciones como el contexto de quienes las desarrollan, porque a menudo se aprende más de una equivocación razonada que de un acierto inexplicable.
Es decir, aunque los hechos y por ende la verdad sean absolutos, jamás podríamos creer que la poseemos en su totalidad, puesto que somos más pequeños que ella y como gotas de agua que forman el mar, las ideas subjetivas de las personas sirven para descubrir la verdad objetiva y absoluta.
Pero ojo,  también existe el término "objetividad como suma de subjetividades" lo cual es tan peligroso como el relativismo: el que esos cinco sujeto se pongan totalmente de acuerdo en elegir un punto de vista único y que por cualquier causa hayan elegido que el asiento es un tomate, no significa que eso sea una certeza... como se viene viendo a lo largo de la historia, el mutuo acuerdo y la mayoría no siempre encierra la verdad y la razón absolutas (recordemos el nazismo, caso muy claro del siglo XX, pues fue una ideología política a la cual votó la mayor parte del pueblo alemán y a la que siguieron varios simpatizantes de este país y su mandatario del momento como Italia o España). Del mismo modo y disculpen que me reitere, tampoco se puede desechar un punto de vista por estar errado, pues todos encierran una gran o pequeña -según el caso- parte de verdad: dentro de la repugnancia del nacional socialismo encontramos la "parte de verdad" en cuanto que se deben salvaguardar y defender ciertos aspectos de la tradición nacional y patriótica de los estados... obvia decir que el error fue tanto el como se trató de llevar a cabo esta máxima como el querer salvaguardar todos los aspectos del patriotismo, aun aquellos que estaban obsoletos y podridos.
Y del mismo modo, el saber que existen certezas y principios absolutos no significa que estemos en su posesión: antes de guiarnos por unos valores, por unos ideales, por unas creencias, aunque estemos totalmente convencidos de ellos, lo cual es algo extraordinariamente positivo, no dejemos nunca de escuchar, observar y estudiar los valores, ideales y creencias del otro, pues la mejor manera de saber si estamos en camino de la verdad absoluta es poner constantemente a prueba la solidez de nuestras certezas y convencimientos.
Un abrazo.

* http://cnho.wordpress.com/2010/11/04/la-excepcion-no-confirma-la-regla/

sábado, 20 de noviembre de 2010

Uno de dos

Bueno ante todo avisar de que la semana pasada no pude subir ningún escrito, pues estuve sin internet durante todo el fin de semana hasta el martes...una buena excusa jejeje. En cuanto a este escrito como siempre espero que provoque reflexiones.
Mañana toca el segundo texto literario y si mi visita al campo -daré un paseo por un pueblito de nuestro archipiélago, Tejeda- me deja con fuerzas, publicaré una pequeña reflexión sobre lo relativo y lo absoluto. Sin más espera, aquí les dejo la lectura. Una abrazo.

Las drogas del siglo XXI
Era por la mañana y la madre decidió hacerle un buen desayuno a su hijo. Al ser día de fiesta lo dejó dormir hasta tarde y mientras, fue preparando los utensilios: elástico, tenedor, tubos, cuchara, jeringuillas, plato, papel, taza, mechero...todo lo necesario para una comida tan calórica como debe ser la primera del día. Su hijo despertó: era un chaval de ocho años, que apenas podía tenerse en pie por los años de comida basura acumulados en sus arterias. El aroma a sudor que despedía el chico no era como ese sudor dulce que emana de los niños a los que todavía no se les han disparado las hormonas, sino que el hedor a viejo de barrio, de estos que huelen a vino y orines todo el día, se impregnaba en su pijama de pokemon haciendo insoportable estar a menos de un metro suyo. Jadeaba constantemente y se tambaleaba como una patera a lo largo del pasillo lo cual hacía recordar graciosamente a un bulldog inglés que vive en un sitio demasiado caluroso. Su pelo era grasiento, casposo y en exceso abundante: se empegostaba a la frente como si se lo hubieran colocado allí con pegamento de barra a la espera de que las liendres se diesen un festín con él. El chico pegó a gritar exigiendo a gritos el desayuno...quizá la ira se debía al síndrome de abstinencia que tuvo que pasar por la noche. La madre, temerosa, se apresuró a satisfacer las necesidades de su semilla. Comenzó por lo blanco: el polvo se encontraba metido en un cacho de bolsa de plástico trasparente, de esas para llevar el pan, atado con un elástico marrón. La madre extendió la coca por la mesa y la dividió en seis rayas, picándola a dos manos con la tarjeta de crédito y la del Continente. Cuando hubo terminado, las ofreció a su niño quien las esnifó a través de una estampa de fútbol: la cocaína le produjo aumento de la presión sanguínea, taticardia, sensación de anestesia en rostro nariz y boca y un intenso goteo de moco a través de las fosas nasales. Las pupilas del niño casi tapaban su esclerótica y la eufória e insensibilidad  le hacían imposible enterarse de que su moco se le resbalaba por la comisura de los labios metiéndosele en la boca, manchándole las tetas de grasa que se le formaban en el pecho. Cuando acabó, su mamá le lió un porro: mezcló el hachís con tabaco y los restos de polvo que todavía quedaban en la mesa dentro de dos papelillos que formaban una ele. Se lo puso en la mano al niño, que apenas supo lo que tenía entre los dedos debido a la euforia y este se lo llevó a la boca de forma prácticamente autómata al tiempo que su madre lo encendió con un fósforo incasdencente: se dio cuenta de que el mechero podría hacer que perdiera el sabor. A la primera calada, el humo inundó sus pulmones y el THC se le acumuló en las partes grasientas del cerebro aumentándole la desorientación...en un par de minutos estalló en una risa estúpida, pues los niveles de endorfinas eran tales que hubieses sido incapaz de sentir tristeza en aquel instante, aunque eso sí: una vez pasado el efecto, después del desayuno, se sumió en un estado de irratibilidad tan grande que golpeaba y chillaba a sus propios hermanos pequeños tan solo con acercárseles y al igual que las veces anteriores, apenas usó filtro y su garganta se le iba desquebrajando al igual el queso curado cuando se parte, lo que suponía el motivo de su voz de hojalata. Cuando el chiquillo estaba a punto de vomitar por culpa de las náuseas, su progenitora le colocaba una goma en el brazo, justo por encima del flexo: se la apretó lo más fuerte que pudo, hasta que los espaguetis azulados estuvieron a punto de saltar de sus brazos, pero esta vez hubo un problema: la corva del codo estaba llena de bolsas similares a las que brotan cuando te quemas con el sol debido a los continuos pinchazos que irónicamente hicieron imposible que su madre pudiera inyectarle la aguja de heroína...así que para no desepcionar al niño le clavó la jeringa en el cuello, justo a la altura de la carótida para asegurarse de que el producto iba lo más rápidamente posible al cerebro. El primer efecto fueron toneladas de dopamina que golpearon su organismo y destrozaron su páncreas...la sensación inmediata de placer fue tan grande que el chico comenzó a temblar de manera descontrolada y con las pupilas aún abiertas como cascáras de naranja exprimidas cayó al suelo sufriendo de gusto mientras su madre sonreía satisfecha de haberle proporcionado tanto bienestar a su hijo.
Se despertó entre sudor y meados. El forro del colchón estaba tan húmedo que cambió el blanco por el amarillo. Buscó a su pareja con el pie, pero ya no estaba: era domingo y como no quería despertarla cogió el fusil de pesca en silencio y ya estaría entre las rocas buscando meros. Aún no se atrevía a descerrar los ojos y permitió que el terror la dominara durante algunos minutos más antes de reunir el suficiente valor para levantarse y prepara el desayuno de su hijo de ocho años. Como era fiesta, dejó que disfrutara un poco más del cuarto o sabe Dios que sueño y preparó todo lo necesario para un festín: platos, dulces, servilletas, nocilla, tazas, azúcar refinada...en fin, lo más alto en calorías. Ya iba terminando cuando el chaval, un niño obeso que arrastraba sus chichas graciosamente por las paredes de la casa se despertó. El chiquillo ni siquiera saludó a su madre y como un zombie desemocionado se sentó a la mesa dispuesto a deborar, pero no tanto como los cochinos, que mastican, sino más bien como Homer o las ocas, que engullen sin paladear. Lo primero que cogió fue la botella de cola -en fin de semana le dejaban cambiar la leche por este otro líquido- y tras destaparla se la bebió directamente de la botella: la cafeína le disparó su corazón a niveles ni siquiera vistos en velocistas tras una carrera...a niveles tan altos que sus pupilas se les abrieron como una cremallera rota. El refresco estaba tan frío que le salía agüilla por las fosas nasales cosa de la cual el niño no se percató, ya que, su cerebro estaba totalmente ido, centrándose en la sobredosis de dopamina creada por el refresco. Cuando acabó con media botella, abrió una caja de donuts -seis de chocolate, seis de azúcar- y se los comió metiéndoselos en la boca prácticamente enteros...no le importaba el sabor y mezclaba este pastel con la cola y los trozos de jamón cocido que habían en un plato: una orgía de sebo y azúcar que cuando terminaba de bajar por la garganta violaban hígado, páncreas y estómago de una forma tan brutal que los daños serían irreversibles de por vida. Las grasas transgénicas de la nocilla, la mantequilla y la marmelada de bote se le estaban acumulando en sus arterias desde hacía años, consiguiendo que que el abuelo tuviera menos colesterol que el nieto...y que el nieto no jugara a la pelota por culpa del dolor agudo que le oprimía constantemente el pecho haciéndole sentirse apuñalado si corría más de dos minutos seguidos. Estaba seco, pero ya había gastado el litro y medio de cola por lo que decidió pedir -a gritos- una leche con colacao a su madre: mientras la vieja le terminaba de remover los polvos, se zampó un paquete de marías -creo que esta golosina fue la que le produjo su cuarta caries- y la madre le llevó el tazón para que su hijo se lo tomara en un par de tragos: el chocolate caliente le irritó tanto la garganta que apenas pudo hablar hasta la hora de la comida.
El desayunó terminó. El chaval acabó satisfecho -es lo que tienen darse un chute de endorfinas vía bucal- y caminó hacia su cuarto a intentar echarse una siesta...antes de la mitad del trayecto un calor absurdo de intenso le ocupó corazón y barriga, por lo que el niño se tiró cara al piso dejando que los azulejos lo refrescaran un poco. Esa imagen un tanto esperpéntica, hizo gracia a su mamá, quien lo miró sonriente y con tal de no llevarse un grito, no lo obligó a levantarse, dejándolo allí, tirado en el suelo...a mi me recordaba un poco a los yonkis que ves entre cartones cuando vas hacia el trabajo tempranito.
La vieja se desnudó, metió la ropa en la cesta de la ropa sucia -aún seguía impregnada de miedo y adrenalina- y se metió en la ducha a intentar relajarse, a intentar olvidar la pesadilla. Cuano abrió el chorro y dejó al agua ardiente caer por su espalda, sonrió triunfante recordando que ella, una buena madre, jamás prepararía un desayuno mortal a su chico.

sábado, 6 de noviembre de 2010

La mente en las artes marciales

Aunque ya sea un tópico más que repetido, no deja de ser cierto...y olvidado: el ser humano se compone de cuerpo, mente y espíritu, al que a partir de ahora llamaré corazón, al menos en esta reflexión, ya que, cuando hablamos de espíritu solemos pensar en algo más bien etéreo, informe e incluso en algo relacionado únicamente con la religión y/o la filosofía...sin embargo, aunque lo anterior no es falso, a menudo olvidamos que el espíritu tiene que ver también con sensaciones más viscerales y hasta biológicas que a veces damos de lado cuando queremos poner en paz nuestras emociones, pero que no dejan de ser igualmente importantes al nivel de las más almáticas. Por lo tanto cuando uso el término corazón, trato de aunar al mismo tiempo los elementos menos físicos del espíritu (sentimientos) con los más (como por ejemplo los dolores físicos causados por la ansiedad). La relación con las artes marciales y por extención con la vida misma es algo muy sencillo: en cualquier acción que hagamos desde la más cotidiana como el hablar con un compañero de trabajo hasta la menos habitual como es el subirse a un ring ponemos en juego tanto elementos físicos (respiración, miradas, gestos...), como mentales (pensamientos, procesos neurológicos...) y el corazón, estando este último regido por los dos anteriores hasta el punto de que una persona es capaz de estar libre de presión en los momentos más tensos de su vida si tiene la cabeza despejada y el cuerpo relajado o por el contrario su corazón puede estar en un puño ante la problemática más sencilla tan solo porque su mente se bloquea y su cuerpo sufre una sobretensión.
No es raro -más bien lo extraño sería lo contario a lo que voy a decir- que un luchador se sienta nervioso justo antes de salir al combate, incluso uno o dos días antes. Este nerviosismo puede ser aprovechado a favor utilizando "la adrenalina positiva" para estar más alerta ante los ataques de un adversario o lléndonos más atrás en la fecha del encuentro, el tener cierto miedo a perder y dudas en cuanto a la propia capacidad es algo beneficioso si el luchador en cuestión usa ambas sensaciones para entrenar con más ahínco poniéndo su alma entera en pulir los fallos que encuentre en su técnica y estrategia. Pero también es cierto que he conocido a buenísimos artistas marciales los cuales pierden una y otra vez -algunos incluso dejaron de salir a la palestra, echándose atrás solo unas pocas horas antes del combate-, pues su mente los bloquea: el miedo, nerviosismo, incertidumbre que es normal tener lo interpretan de una forma negativa que les lleva al punto de perder el control sobre sí mismo inundándose de esas sensaciones y obligándose a abandonar. Todos tenían algo en común: el corazón se les encogía por culpa de una ilusión...sus pensamientos. Cada uno de estos guerreros se comían la cabeza pensando en que el hombre que tendrían en frente sería superior a ellos, en que el público no estaría de su lado, en que el cansancio sería superior a sus fuerzas...perdieron en su imagincación mucho antes que en la realidad, pero la mente es algo tan curioso que a pesar de no entender apenas un tres porciento de lo que procesa tiene el poder suficiente para convertir en real lo imaginado, para proyectar los pensamientos que en ella tenemos al exomundo y convertirlos en algo tan tangible como deseemos que sean, para convertir lo irreal en real.
Podemos entrenar nuestro cuerpo hasta el punto de que nuestra fuerza, fondo, agilidad y demás aptitudes físicas sean las perfectas, tener el corazón predispuesto para aceptar cualquier reto, entrenar más horas que el resto de compañeros, tener una alimentación y una suplementación dietética idónea...pero si nuestra mente está embotada de pensamientos negativos y contraproducentes que aun siendo mentira -en principio- nos estén continuamente autoconvenciendo de que no puedo, no soy capaz, no soy tan bueno, no me lo merezco...cualquier esfuerzo caerá en saco roto porque antes de que nos venza el adversario ya estaremos derrotados por nosotros mismos.
Hain caminos muy diversos por los que podemos controlar la mente y convertirla en un útil a nuestro favor: el principal es ignorarla. Es cierto: como cualquier otro ser vivo -digan lo que digan- somos racionales, pero nuestra razón debe limitarse al aprendizaje cognoscitivo, es decir, al proceso mental que hacemos cuando por ejemplo leemos un manual de instrucciones o atendemos a una explicación...nuestra razón hace que surjan una serie de procesos pensantes mediante los cuales nos empapamos de los conocimientos que estamos recibiendo. El problema está cuando ese razonamiento o proceso pensante no lo utilizamos como un medio de asimilación, sino como un medio de creación: en lugar de usar el cerebro para procesar datos, lo usamos para crearlos y ahí radica el problema, ya que, es cuando comenzamos a crear ideas o bien directamente negativas que achantan nuestro ánimo o bien ideas excesivamente positivas que a menudo no están en concierto con la realidad, pues esta no depende únicamente de nuestros pensamientos y de ahí que a veces lleguemos a estados de decepción y/o frustración al no concordar lo que ocurre en nuestra cabeza con lo que ocurre en la realidad. Por lo tanto, la mejor manera de que nuestra mente no sea una enemiga es no desarrollar pensamientos ni ideas preconcebidas dentro de ella...y cuando estas surjan de manera inconsciente -a todos nos ha pasado que la mente pega a divagar por sí sola- dejar que esos pensamientos, que esas imágenes y sonidos que se están creando en nuestro cerebro fluyan, pero jamás debemos tratar de detenerlas, porque si no lo que estaremos haciendo es precisamente centrarnos en ellas y entraremos de nuevo en el proceso de creación. Al fin y al cabo, cuando sucede una riada nadie sensato se pondría en mitad del curso del agua a intentar frenarla, sino que se apartaría a un lado simplemente a esperar que ese agua desaparezca por sí sola.
A parte de no recrearnos en nuestras ideas mentales, ya sean agradables o no, tampoco deberemos hacer un esfuerzo consciente a la hora de actuar. Como dije en el párrafo anterior, la razón nos sirve para aprender, pero si actuamos de una manera racional, pensando todos y cada uno de nuestros gestos, golpes, palabras, miradas...lo que estaremos haciendo es entorpecer el buen desarrollo del acto que queramos conseguir y, por lo tanto, nos estaremos impidiendo conseguir el fin que deseamos. Una vez que hemos interiorizado una técnica, un nuevo dato ¿porqué demonios pensamos en el "cómo se hace" mientras lo hacemos? A la hora de actuar debemos hacerlo de forma intuitiva, rozando la inconsciencia, sabiendo que los conocimientos están ahí sin necesidad de que nos centremos en ellos cuando los estamos poniendo en prática: no hay que focalizar lo que hacemos, sino el objetivo que queremos conseguir con lo que hacemos, dejando que las acciones fluyan por sí solas...después de todo, nosotros solo somos el medio de nuestros actos, pero nunca los actos en sí mismos.
Igualmente si a pesar de repetir una y otra vez la misma acción fracasamos constantemente debemos, por un lado, cambiar esa acción por cualquier otra dentro de la misma línea -por ejemplo, si no consigo partir una sandia usando el cuchillo de forma vertical lo usaré de manera horizontal- y si esto no da resultado, quizás sea la hora de cambiar de herramienta -si el cuchillo me es inútil de cuaquier manera que lo utilice, probablemente deba de utilizar un serrucho, por muy absurdo e imprevisto que me parezca-.En las artes marciales, por ejemplo en el kickboxing, sería algo así como si siendo incapaz de noquear o tan siquiera rozar a mi oponente por medio de ganchos de izquierda y de derecha, entonces será la hora de usar los directos...y si la cosa tampoco funciona, debería plantearme si no sería mejor usar las piernas contra ese adversario, por muy bien que yo utilice los puños.
Al mismo tiempo que si al embarcarnos en una empresa no teniendo éxito en esta debemos cambiar tanto las acciones que nos llevan al fracaso como las herramientas que estemos utilizando si no da resultado lo anterior, también es inútil centrarnos en el fallo, lo cual nos llevará únicamente a la ansiedad, frustración, desesperación, inactividad y, por último, a la derrota...Más bien deberíamos centrarnos en el problema que se nos ha planteado. Por ejemplo, si haciendo una multiplicación soy incapaz de resolverla, jamás daré con la solución si uso mi cabeza para darle vueltas a que "soy malo en matemáticas y no doy con el resultado"...así que es mejor usar mi cerebro para centrarme más concienzudamente en los procesos que he de desarrollar para realizar dicha multiplicación sin darle importancia al hecho de que estoy fallando. Al fin y al cabo "*en el problema está la solución".
Tampoco eschucharé voces ajenas: a menudo los luchadores oímos cosas del tipo "ganó porque el otro era un paquete", "tuvo suerte y nada más", "nunca va a ser tan bueno como...", o "es el mejor luchador del gimnasio", "te vas a fumar a ese tío", "vas a ser un gran campeón"...Tanto a unas frases como a otras hain que hacerles caso omiso: en el caso de las primeras porque a menudo las dicen personas frustradas y envidiosas que siendo incapaces de obtener los resultados que desearían, buscan hacer daño a quienes están a su alrededor para hacer realidad aquello de "mal de mucho consuelo de tontos"...y en otros casos, esas frases las dicen personas que sí tienen éxito en lo que hacen, pero están llenos de vanidad: desean sentirse más grandes de lo que son -lo cual encierra un enorme complejo de superioridad y/o falta excesiva de atención- haciendo sentirse pequeños a los demás, lo cual solo dará resutltado si le damos importancia a sus palabras. En el caso de los elogios, tampoco es bueno hacerles caso, porque a menudo lo dicen también personas frustradas que son capaces de engañar a quienes les rodean con tal de sentirse partícipes en el éxito ajeno aunque este sea una ilusión, por lo que si le prestamos atención a sus adulaciones podemos caer en una peligrosa autoconfianza ficticia y dejar de prepararnos como es debido. Si debemos escuchar a alguien es a nosotros mismos y, como vamos viendo a lo largo de este texto, más bien poquito: del ánimo y la fe, a la autocompasión y el autoengaño, hay una línea más bien estrecha.
Como vemos, ya sea para pisar un tatami y competir o para algo tan cotidiano como charlar con un amigo, debemos poner el corazón por entero, el cual está regido, sobre todo, por la mente la cual puede ser la mayor aliada o la mayor enemiga. Espero que con estas palabras si no han aprendido algo nuevo con ellas, al menos sí les haya suscitado el deseo de buscar el control de la mente, sea por el cauce que sea. Por último si me lo permiten, les dejaré una serie de consejos para apaciguar la cabeza que si bien no están contrastadas "científicamente" al menos mi experiencia me dice que, por lo menos, daño no hacen:

-Busquemos algo de tiempo -lo ideal es una hora al día- simplemente para desconectar dejando la mente en blanco, perdiendo la consciencia de todo y de todos -aún de nosotros mismos-.Se que es difícil hacerlo con las responsabilidades que tenemos y que habrán personas a las cuales no les es posible dedicarse tanto tiempo teniendo que ocuparse de un trabajo, una familia, un negocio...pero aún así intentémoslo: aunque sea mientras nos duchamos o aunque sacrifiquemos esa media horita de tele o lectura antes de dormir por ese rato en paz con nosotros mismo. En cuanto al medio es sencillo: para evitar que cualquier pensamiento nos haga presa de él, coloquémonos en la posición más cómoda que encontremos, cerremos los ojos y concentrémonos únicamente en la respiración, en notar como el aire entra por la nariz y sale por la boca.

-Procura saludar al menos a una persona diaria -cuantas más mejor- con un abrazo. El simple contacto con un ser querido hace que nos despejemos aunque solo sea por unos segundos...segundo a segundo se hace el día.

-En línea con lo anterior, busquemos hueco para acariciar o simplemente observar a un animal, aunque no tengamos mascotas...seguro que vivimos cerca de un parque lleno de palomas o cerca de un callejón con algunos gatos: echemosles de comer, veamos como actúan, oigámosles cantar...el simple hecho de distraernos un rato con los bichillos nos hará mucho bien.

-Busca la enegría del agua: se dice que tenemos unos "huecos faltos de ionización" y que el agua los rellena. No se si será por eso o no, pero si estoy seguro de que cada vez que voy a la playa y juego en el mar me siento cansado al rato, pero después de ese "malestar" me encuentro con una vitalidad mayor que antes de meterme en el agua. Quien carezca de mar, que busque un lago o un río o simplemente que se duche con agua más bien fría: verá como minutos después se siente lleno de energía.

-A diario haz como mínimo una cosa que te de miedo, sobre todo si lo que vas a hacer es propenso a dejarte en ridículo. No tienen que ser cosas como tirarse en paracaídas: bastará con tener una pequeña conversación con un desconocido si somos tímidos o con pedirle perdón a alguien si somos rencorosos. Les aseguro que el simple hecho de ir superando pequeños temores nos irá liberando cada vez más y más de nuestros prejuicios, ideas negativas, ansiedades...en definitiva, de nosotros mismos.

-De vez en cuando haz algo nuevo. Va muy en relación con la idea anterior -al fin y al cabo el mayor miedo es a lo desconocido- y, por eso mismo, basta con pequeñas cosas, como probar una nueva comida o afeitarnos del todo si llevamos con barba muchos años...si sale mal no pasa absolutamente nada: nuesta comida favorita seguirá ahí y la barba volverá a crecer.

-Lee cuanto puedas y escucha música, aunque sea un par de páginas de cómic o una melodía infantil: son dos buenas formas de desenfocar la mente y, sobre todo, de aprender.

-Cuando te sientas triste o muy solo y no tengas medios de contactar con nadie, recuerda cosas alegres que te hayan sucedido con personas con las que en la actualidad no tengas mala relación. No es negativo, como sería imaginar cosas alegres: si las recordamos es porque sucedieron y, por lo tanto, nunca van a entrar en discordancia con la realidad, por lo que no hay riesgo de meterse en un estado de decepción, frustración, etc.

-No consumas drogas, incluyendo el alcohol y el tabaco: dan una falsa sensación de placer por el "subidón" artificial de endorfinas que cuando pase te dará una gran tristeza y ansiedad. Incluso es conveniente eliminar de la dieta los refrescos y evitar todo aquello que contenga azúcar refinada.

-No creas que pierdas el tiempo dedicándote a hacer tareas repetitivas y "no productivas" como papiroflexia o hacer un solitario: te mantendrán la mente concentrada en la propia acción lo cual te ayudará a relajarte.

-Si somos religiosos recemos a diario y en caso de no serlo, simplemente desahoguemos nuestros problemas, alegrías, temores, dudas...hablando en voz alta como si nos dirigiésemos a un ser querido. Si elegimos la opción de rezar, no es necesario hacerlo de manera "prefabricada" si no nos apetece (recitar salmos, suras, mantras...): simplemente bastará con hablarle a Dios como le hablarías a un buen amigo. Es conveniente hacerlo tanto al empezar el día como al acabarlo.

-Cuidemos nuestro aspecto personal, pero por nosotros mismos: nunca cambies tu estilo de imagen por alguien ni te sientas acomplejado si no eres los suficientemente guapo. Vístete y péinate -si no eres calvo- de la forma que te haga sentir más hermoso o, como mínimo, menos feo. Nunca uses maquillaje, visutería/joyas ni mucho menos cirujía estética si te lo puedes permitir, pues son cosas que te darán una imagen falsa de ti mismo que poco a poco te irá agobiando con la idea de "ser perfecto".

-Nunca busques ser "el mejor", simplemente busca mejorar: siempre habrá quien nos supere y aunque lleguemos a ser los mejores en algo, aún después de muertos habrá quien nos venza. Simplemente haz las cosas porque disfrutas haciéndolas, sin pensar en la competitividad, aun cuando compitas: lo importante es divertirse dando el 100% del que seas capaz tú, no aquel. Después de todo la victoria y la derrota solo son conceptos y el verdadero triunfo reside en la lucha constante.

Bueno estoy seguro de que se me quedan muchas ideas en el tintero simplemente porque no las se. Espero que disfruten y que sean felices hoy.

*Cita de Bruce Lee incluida en su libro El tao del jeet kune do.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Nunca es tarde...

Bueno, que el título de la entrada no me disculpe: prometí un texto literario para ayer, pero por distintas circunstancias pude ponerlo hoy lunes...ruego que si no el título ustedes si sepan disculparme. Ahí les dejo mi nuevo relato, el cual si les soy sincero no he revisado, así que solo espero que la calidad al menos no sea peor que en los anteriores jejeje. Muchas gracias, espero que les haga reflexionar:


El pleito perruno
Hace tiempo formaron jauría algunos perros procedentes de cada una de las ocho islas diferentes que habían en África separadas por el mar, unidas por la historia común. Estos perros decidieron organizarse en democracia repartiéndose el trabajo a partes iguales según sus cualidades: de esta manera unos se encargarían de la cazería y recolección de agua, otros de la educación de los cachorros que fueran naciendo en la manada, los considerados sabios de la administración y reparto de las riquezas, los unidos a la naturaleza de la espiritualidad del grupo y así hasta dejar cubiertas cada una de las necesidades básicas de cualquier sociedad, hasta el punto de que los animales gozaban de tanta abundancia únicamente con los recursos de su propia nación que no solo no necesitaban abandonarla para sentirse felices, sino que descubrieron en sus ocho islas el secreto de la paz perpetua. Durante siglos transcurrió la apacible vida de los canes sin que nadie los importunara, siendo alabados por los filósofos del sureste hasta el punto de que estos hicieron de las ocho islas su lugar de reposo eterno.
Un buen día, mientras las crías mamaban tranquilamente de los pezones de sus madres y algunos perros viejos discutían sobre épocas pasadas a la orilla del volcán, llegó por barco un hombre extraño desde el continente, pero no desde el continente padre del origen, sino del que estaba más arriba. Este forastero llegado del ¿antiguo? continente penetró brutalmente en el arena de una de las playas caninas donde fue acogido, pero no invitado. Pocos perros le gruñeron, los que más no le dieron importancia y solo algunos, quizás los más inteligentes, se acercaron hasta él con el rabo erguido y olfatearon sus extraños ropajes: espantados por el olor a muerte huyeron despavoridos y se adentraron en las montañas para avisar a sus líderes. El extranjero aún seguía allí, sentado sobre un cofre en el que revoloteaban algunas moscas.
Cayó la noche. El extraño observó como desde la montaña bajaba un perro enclenque, pequeño, vizco y de caminar inseguro que se acercó tanto a él que notó la humedad de su ocico.
-Soy Fernando-dijo el perrango dándole la patita a su futuro.
-Yo Parco-contestó el humano-.Vengo a ofrecerte un trato...una mejora de vida.
-Explícame-dijo el perro sonriendo.
El extranjero abrió el cofre y de él emanó una peste tan fuerte, de estas que entran por la nariz y se te pegan en el centro de la garganta, que hasta el dueño del tesoro arrugó la cara y reculó un par de pasos para evadirse de la jediondez. Dentro del cofre, habían trozos de carne putrefacta: tanto que ya se les veía el verde. Las moscas en potencia se arrastraban por las paredes del baúl, pues incluso ellas trataban de huír de los pedazos de cadáver que inundaban el recipiente. La sangre de las partes despiezadas de algún pobre infeliz animal, se coagulaba en el fondo del arcón.
-Me he dado cuenta de que en vuestras islas faltan cosas. Tenéis tranquilidad, juegos, descanso...pero os faltan lujos. Vivís en chozas y coméis nimiedades. Ahí -dijo haciendo una señalización hacia el cofre con la cabeza- tengo lo que necesitáis: un alimento de primera, solo digno de los lobos ibéricos. Y en mi barco, donde tengo más baúles como este, os traigo herramientas y materiales que jamás habeís visto en estos islotes con los que os construiré hogares de verdad. Yo tan solo os pido alojamiento en vuestras costas y disponer de los recursos de este archipiélago...lo justo para vivir decentemente.
El perrucho se quedó pensando unos instantes, no en su pueblo como pensaron aquel fatírico día el resto de perros, sino en el negocio.
-¿Y qué debo hacer yo?-preguntó-.Es decir, ¿qué salgo ganando yo con esto?
El hombre sonrió y pareciendo que recitara un guión que ya había vomitado en otras partes del planeta dijo:
-Como todo líder tendrás que sacrificarte por tu comodidad: no comerás de la carne del barril, sino del ganado cebado en pastos verdes...y tampoco  vivirás en las casas que ofreceré a los de tu jauría, sino que vivirás conmigo en mi palazucho...eso sí, como perro doméstico. Todo líder debe hacer sacrificios-en ese momento volvió a sonreír mirando directamente a los ojos del perro, el cual le devolvió la sonrisa y asintió: nadie lo supo hasta siglos más tarde, que con ese pacto llegó la putrefacción y luego pérdida de una cultura, de una identidad.
Fernando se reunió en consejo con la jauría y explicó lo acontecido a su pueblo, el gran trato al que había llegado con el homber, con el salvador, con el benefactor del continente. Todos los perros quedaron maravillados, excepto uno, curiosamente el mayor de sus generales, Toramas, el cual desapareció sin un solo ladrido y se retiró a la selva -sí, antes habían selvas aquí- hasta que violaron su alma y lo obligaron a salir.
Una vez diron vía libre al extranjero, este mandó a venir a más compañeros, los cuales aparcaron sus barcos en diferentes playas del archipiélago. De los navío sacaban madera carcomida por el tiempo y los parásitos, además de cientos de cofres cargados con carne rebozada por huevas de moscas verdes. El  material traído desde el continente se lo daban a los perros para que hicieran sus hogares, mientras que los hombres talaban las palmeras y dragos más antiguos para fabricar sus propias casas. Algunos canes se negaron a usar la materia prima extranjera, ya que, no alcanzaban a comprender porqué no debían seguir viviendo en cuevas como llevaban haciendo centurias en las que nunca les fue mal: mas cual no sería su sorpresa, cuando llegando a las galerías donde esperaban encontrar sus antiguas moradas, vieron a los extraños orinando, defecando y esputando en ellas...igualmente, cuando fueron a visitar el goro para presentar su indignación, lugar donde los perros nobles se reunían para decidir en común sofre el futuro de la jauría, lo encontraron lleno de cerdos que los invasores habían puesto allí, obligando a los menseyes, guanartemes y otros reyes del pasado a largarse de sus islas hasta el punto de convertirlos en esclavos en países grises y fríos, lejos del sol, de los cuales nunca habían oido hablar. Aquellos perros que quisieron regresar a sus hogares, al ver ese dantesco panorama, se impregnaron de ira hasta el punto de reventarles los ojos por la sangre y se dirigieron en masa hacia la selva con la idea de morder a sus indeseados vecinos...ninguno imaginó que la nueva raza llegada del continente tendrían palos que escupían bolas de metal capaces de descuartizar el cuerpo de un perro hasta el punto de dejarlo irreconocible. Y así fue. La gran mayoría murió en el ataque y aquellos que sobrevivieron fueron capturados por los destructores para arrancarles los miembros en vida, despellejarlos aun estando conscientes, partirles los hocicos en trozos diminutos, hasta que por fin los decapitaban para poner sus cabezas en picas como advertencia hacia los otros perros.
Esta fue la primera batalla. Esta fue la primera derrota. El resto de perros, viendo la suerte de sus compañeros, se impregnaron esta vez de terror, hasta el punto de que ninguno protestó cuando los hombres decidieron disminuir la ración de comida que a diario sacaban de los cofres. Hubieron atisbos de valor, pero de baja calidad, pues solo consiguieron que el mayor gesto de revolución fuera llevar a Fernando sus quejas.
-Estoy con las patas atadas-dijo Fernandito con su flamante nuevo collar de diamantes del que salía una correa hecha con piel de perro asesinado-hice un trato y los canes isleños somos canes de honor.
Cuando un pueblo tiene hambre abandona el estudio y cuando un pueblo es ignorante es fácil de convencer: así que los perros, aunque estafados y traicionados, no pudieron competir con el rugido de sus estómagos que no les permitía tener luces para contestar al argumento de Fernando. Regresaron a las chabolas, tratando de no rozarse demasiado con los cadáveres sobrecomidos por los guirres.
Así pasaban los años, las décadas...un espíritu fatalista cegaba a muchos perros que creían merecerse esta suerte por pecados del pasado; otros se inundaban de la idea mas mortífera del mundo, la esperanza vacía, que los llevaba a suponer que si la penuria vino del continente, la salvación procedería de él también...lástima que esta opinión dure hasta nuestros días; unos pecos pensaban en la revuelta, pero eran tan pocos y sentían tanta fatiga, que el ideal pasaba a ser utopía y la utopía a ideal desechado. Sea por una cosa o por otra, los isleños no movían un dedo y se limitaban a mirar envidiosos la calidad de vida que existía en el continente...y en sus invasores.
Las perras parturientas se ladeaban de un lado a otro, vendiendo su vagina a cambio de un trozo de carne del cofre podrido (¿o era al revés?), ya sin lehce en los pezones, por lo que los cachorros iban muriendo poco a poco de inanición...y los que no, morían devorados por sus congéneres, hechos trizas entre los colmillos de los perros más jóvenes, no tanto por el hambre, sino por el miedo al futuro que representaban los cachorros. La única raza de perros que se alimentaba debidamente y que gozaba de un techo que no estaba hecho con mierda y trozos de cádaveres, eran aquellos que siguiendo el ejemplo de Fernando decidieron convertirse en perros domésticos y llevar su existencia encarcelados en palacio, comiendo pienso -hacía décadas que olvidaron el sabor del baifo recién horneado- y durmiendo calientes a los pies de sus amos extranjeros. Lo peor de todo es que con el tiempo estos perros acabaron cruzándose con los humanos, formando una raza híbrida y extraña, con poca consciencia de su identidad y con demasiada disponibilidad para dejarse mandar por lo continental.
Un buen día, el primero perro doméstico que tuvo las islas, bajó de palacio. Lo primero que notó la jauría es que algo había cambiado en su modo de expresarse.
-Os traigo un mensaje de los amos-comenzó a decir-.Tenéis hambre, pasáis frío, os matáis unos a otros como zombies...Los hombres han decididio daros una oportunidad y podréis vivir en palacio con nosotros con una sola premisa: debéis doblar vuestras cuatro rodillas ante Parco, el señor de las islas.
La indignación fue en aumento: tanto creció, que Toramas, quien había permanecido latente, a la espera, en el desierto -la selva hacía muchos años que fue diezmada por la ambición de los hombres-salió de su particular destierro, junto a siete perros más a quienes el pueblo daba por muertos -junto al antiguo general formaban ocho, uno procedente de cada isla- y se abalanzaron contra Fernando. El ruido de los dientes contra la carne y los huesos del traidor era a un tiempo grandioso y asqueante. Los perros de palacio vieron la escena y salieron en desbandada a socorrer a su jefe...al ver esto, los pocos indígenas que quedaban aun en pie, aquellos con los que el hambre, la enfermedad y la apatía no se cebó demasiado, formaron colición para atacar a sus antiguos hermanos, los perros domésticos; que lástima que esa coalición no fuera formada para luchar contra los hombres. Canes de uno y otro lado acabaron ensangrentados, rotos y muertos, mientras que los verdaderos asesinos almorzaban en los diferentes comedores del castillo. Los únicos perros que quedaron con vida fueron los pocos cachorros y cachorras que demasiado enclenques para correr, se quedaron en sus camas.  Lo peor de todo, es que con el tiempo estos cachorros crecieron y en vez de fornicar entre ellos, acabaron cruzándose con los humanos, formando una raza híbrida y extraña, con poca consciencia de su pasado, con mucho desconocimiento de su identidad y con demasiada predisposición a dejarse mandar por el continente. Hoy en día casi todos los habitantes de las islas comen bien, tienen buenas casas, disfrutan de buena salud y hasta olvidaron las rencillas del pasdo con los humanos, pero desgraciadamente ahí siguen, mirando más allá del mar, esperando que alguien de fuera los salve de sí mismos...¿porqué no encontrarán la felicidad en su archipiélago?Los antiguos, lo preconquista, así lo hicieron.
De esta historia consuela saber que en una plaza, de una de las tantas que hay, en una de las tantas capitales isleñas, las estatuas de ocho perros puestas frente la catedral hacen justa memoria de Toramas y sus siete guerreros...¿que porqué se que son estos ocho perros y no otros? Porque cuando me acerco mucho a sus hocicos, veo resbalar las lágrimas de la vergüenza.

NOTA: primero en cuanto a cuestiones ortográficas. La palabra mencey (y por extensión menceyes), como acabo de escribirla ahora se supone que va con "c" en vez de "s", es decir, que no es "mensey/menseyes" como escribí en el texto -y como escribiré a partir de ahora cada vez que me surja la necesidad de utilizar dicha palabra-,al igual que "jediondo/jediondez", etc., sería "hediondo/hediondez"...pero en el primer caso me niego a escribirla con "c", pues es una palabra aborigen de la isla de Tenerife, cuya lengua, como la del resto de las islas, carecía de grafía, así que al darle una representación gráfica-escrita, lo haré en el español con los rasgos de Canarias, es decir, con el seseo, por lo que veo más lógico escribir mensey , que mencey...y en el caso de jediondo y sus derivados, puedo asegurar que en casi 24 años viviendo en las islas jamás he escuchado a un solo canario decir "hediondo", por lo que deduzco que en nuestro archipiélago es así como debe escribirse (en otro momento explicaré porque entonces sí escribo "cabeza, zorro...", en vez de "cabesa, sorro...". Y a nivel de contenido, mi intención con este texto está muy lejos de ofender a españoles de otros territorios que no sean las canarias, porque a parte de que aunque pocas, sí son muy buenas las relaciones que mantengo con determinadas personas de la península y Melilla -a día de hoy por desgracia no conozco a nadie de Ceuta o Baleares- mi intención con el texto es hacer ver a los canarios que no podemos estar continuamente esperando a que "nos rescaten", ya que, a parte de que no hay motivos por los que ser rescatados de nuestras islas, si queremos mejorar -pues obviamente hay muchísimo por mejorar en esta tierra, al igual que en todas- debemos empezar por conocer nuestra historia para no repetir errores, unirnos dejando de lado estúpidos piques y guerras entre islas y, sobre todo, debemos dejar de esperar y empezar a actuar. Un saludo.