domingo, 10 de julio de 2011

Otro escrito.

INDIFERENCIA
            Las moscas verdes cagaban, comían y volvían a cagar, como los peces en el río, sobre las tripas del gato reventado. Las vísceras del tigre con exceso de humildad le salían por la boca: formaban una pelota grasienta y compacta justo en la punta del hocico, del que no salía por culpa de su estrechez. Ni se sabe de que murió, ni tampoco es importante saberlo. Los coches le pasaron por encima tantas veces que a lo largo del piche había una estela de sangre coagulada, pizquitos de intestino y pelos de gato. El bicho aún conservaba su jesto de dolor, aunque digno adversario de la suerte, conservaba la serenidad en su mirada…esa forma de observar que tienen los gatos y que nos inquieta no porque temamos su enorme fijación, sino porque envidiamos su expresión de autosuficiencia, porque como dijo mi colega Miguelito el sudamericano, mientras a un gato solo le basta con ser gato para vivir, al hombre le es insuficiente ser humano para el mismo objetivo. En el fondo no nos jode que nos recuerden nuestros defectos, nos jode aun más que nos recuerden que otros no los tienen.
            Ahí sigue el cadáver de gato, mosqueado, destripado, violado, indiferenciado. Pasan personas por el paso de cebras y lo patean: no es que lo pateen por asco u odio, sino porque simplemente ignoran lo que está en mitad de la calle, ignoran el animal, ignoran lo que patean al pasar.
            Pasa un coche de estos con la música a todo decibelio, parecidos a un Bakoka de fresa puesto debajo de un bombillo y da tal golpe a la carne podrida que lo tira hasta la acera, no sin antes partirlo por la mitad…quien haya visto The Walking Dead recordará el zombie a medio partir del primer capítulo, aquel al que los intestinos le colgaban mientras se retorcía sobre la hierba esperando la inanición. Algó así ocurrió con gato: riñones, vazo y, en general, cualquier órgano que no formara pelota en su boca, estaba deslizándose por la oquedad que dejaron el culo y las patas traseras cuando fueron amputadas por el V.W., entre una mezcla de líquidos verdirojiza.
            Pasa un niño cerca de gato. Niño se baja de su triciclo de plástico con palanquita atrás, que empuja su madre preñada de su hermanito. Niño coge el fiambre con una mano y con dos dedos de la otra presiona la bola de tripas que tiene en la boca…con un tercer dedo le revienta un ojo impregnándose de esclerótica hasta la muñeca. Niño se huele las nueve falanges…se ríe. Su madre no se entera porque está apurando relajadamente el cigarro que tiene entre los anillos de oro. Niño estampa a gato contra el suelo y se divierte viendo salpicar lo que queda del esperpento contra la acera.
-¡Niño, deja de joder con la pelota!¡Que diga con el gato!-grita un barrendero-¿No ves que me manchas lo que ya barrí?
            Chiquillo lo mira atónito mientras se limpia la mugre en su camiseta blanquioficial del Real Madrid. Su madre continúa en trance nicotínico. Se ríe en la cara del barrendero y estampa a gato una última vez más. Se chupa uno de los tres dedos y el sabor a guadaña le es tan fuerte que vomita sobre los zapatos de su madre. Ella ni se entera.
            Pasan dos viejas y una hace ver a la otra “lo mal vestido que va el niño, to jediondo”.  
            Niño pega a llorar y, él si con ira, preferible emoción al pasotismo, patea a lo que queda de gato hasta su punto de origen.
            La madre consume el tabaco, se percata de la peste en sus zapatos y golpea a niño para reprimirlo, mientras lo sujeta con la otra mano…y menos mal, porque infante se cae a la segunda cachetada.
            Pasan dos chicos de catorce o quince años, un martes de Abril a las diez y media de la mañana y ven la escena.
-¡Mira que guapo el culo de esa tía!
            Se van ellos, se va la madre, se va niño, incluso se va gato. Queda en el ambiente una extraña sensación de que todo sigue igual, de que a nadie le importa, de que nada es diferente. De repente pasa otro Bakoka, esta vez de limón. El público se queda maravillado, impactado…me parece ver que le hacen una reverencia al polo-coche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario