sábado, 23 de octubre de 2010

y por hoy está bien.

bueno,aquí el segundo escrito que va más con mi estilo. espero comentarios y nos vemos la semana que viene si Dios quiere;-).


MIS TRESCIENTOS
Aquí la traición macedónica y traciática fueron los menceyatos del sur; la liga helénica, los reinos del norte. El escudo hoplyta se sustiye por el pecho desnudo y las lanzas y espadas de corto alcance, por piedras y varas de pastoreo. Alonso, es la reencarnación hispánica de Jerjes y la estrechura del barranco es la versión atlántica del paso de las Termópilas. Misma barba y pelo largo, que hacía hermosos a los hombres guapos y temibles a los hombres feos, es la similitud entre Leónidas y Bencomo, nobles, fieles al posterior código Bushido, donde la filiación del súbdito al señor era solo superada por la del señor hacia el vasallo. El alma de trescientos espartanos, héroes derrotados, descendientes de Heracles, junto a la de setecientos tespios y cuatrocientos tebanos, descansan en el Jardín de las Hespérides observando orgullosos la batalla que ese lugar afortunado, 1976 años más tarde, recogió en su suelo, donde sus homónimos de Taoro, Tacoronte y Anaga, derramaron la sangre por la libertad de unas islas a menudo mitificadas, a menudo menospreciadas por sus propios habitantes, donde no el temor, no las palabras "con tu escudo o sobre él", no la gloria, sino el saberse privilegiados en su patria, libres entre sus olas, honrados por los dioses, les empujaron a no rendirse frente las promesas de poder y apoteosis extranjera: quien no murió a manos del metal y la pólvora siguen el ejemplo de Bentor, despeñándose por las paredes grisáceas de Tigaiga, antes que soportar la humillación en Los Realejos. La única diferencia que mancha nuestra memoria, es que aquí no hubo Platea, aquí solo hubieron grupos residuales de rebeldes en las cumbres: aquí nos "confederamos a los reinos de las Españas" y Benytomo, al pie de la cruz florida, escupió en la memoria de los paredros llamando Candelaria a Chaxiraxi. Ríe Fernando Guanarteme junto a de Lugo, olvidando que en días más gloriosos le llamaban Thenesor Semidan: no sabe quien fue...no sabe quien es...irónica alegoría de un rey convertido en esclavo de la memoria, fiel reflejo de los hijos de la Atlántida que de espaldas a Teide, Muchachos, Nublo, Tinaganar, Garajonay, Jandía y Chache, desmemoran su pasado esperando la salvación exomarítima...una salvación, frecuentemene hecha condena. A nosotros nos queda honrar la memoria de nuestros particulares trescientos, acogiendo con una mano, guardando con la otra, para que la victoria de la primera batalla de Acentejo se proyecte en los hijos de Canarias, orgullosa mixtura goda y guanche.
Así concluyó Kevin Acaymo la exposisión oral de su tesis doctoral. Nervioso, con las gotas de sudor resbalándosele por los cachetes, haciendo cúmulo en la barbilla como si quisieran formar una estalactita de carne, se derramaban una a una impregnando la corbata negra de minúsculas lagunas de salitre y ansiedad. El grupo de catedráticos se retira a deliberar y tras un hora de reunión, deciden dar su respuesta:
-Aún reconociéndo su esfuerzo, especialmente por la parte escrita de la tesis, donde nos muestra hallazgos no vistos con anterioridad en la batalla aborigen de Acentejo, este tribunal decide considerarlo no apto para otorgarle el título de doctor.
Kevin Acaymo, con expresión atónita, similar a la que tienen los niños el día de reyes cuando desempaquetan los regalos esperando el deseado juguete y solo encuentran calcetines y un pijama, únicamente acierta a preguntar "¿porqué?".
-En una tesis doctoral-pega a contestar uno de los catedráticos-se exige un tema de mayor relevancia. Usted ha tratado de poner al mismo nivel a los guerreros guanches, con los espartanos y los samurais, culturas verdaderamente relevantes en la historia universal, con filosofía y espíritu que trascienden el tiempo y la geografía, muy distinto a lo que sucede con los aborígenes canarios.
-Es que yo intento conseguir esa trascendencia-responde el alumno-,pero si ustedes no me lo permiten, nada puede hacerse.
Se produjo un silencio en la sala. No un silencio de cal y mirto: más bien uno de picón y siroco, donde las palabras arrojadas por Kevin Acaymo a los inquisodores, se empegostan en la garganta y los oídos al igual que el polvo africano.
-Lo sentimos-última respuesta.
Un tímido aplauso. Un aplauso de compromiso. Un aplauso burlesco. Un aplauso que suena a réquiem por este trozo de la Macaronesia. Así se da por terminada la particular matanza de Kevin Acaymo. El muchacho se dirige a la cabina para llamar a su madre y darle la noticia.
-Hola mamá...al final me suspendieron.
-Es que claro-se oye al otro lado del auricular-a quien se le ocurre hablar de guanches, en la universidad de la Laguna.

2 comentarios:

  1. Sigo pensando que los relatos son buenos, pero que tienes que pulirlos gramaticalmente. Eso hace muchísimo.

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  2. lo tendre en cuenta, se lo dire a may supongoXD.

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