Completamente enchumbado en sudor,
en cerveza clandestina, en desesperación, en ira, en rabia… Una subcontrata
madrileña cuyos propietarios y encargados jamás han pisado este archipiélago
salvo para recoger los cheques, envían un mono a los trabajadores completamente
incapaz de servir en el húmedo calor subtropical… trajes sin corbatas
preparados para la nieve y los vientos que estas islas parecen fundirse a la
piel de los obreros como tatuajes hechos a plomo, de los verdosos con el paso
del tiempo…
Todo a oscuras, minúsculo,
religiosamente silencioso, casi místico… si por un momento olvidara que rozando
los cuarenta sigue en el mismo empleo de los dos patitos, si por unos segundos
lograse aislar su cuerpo del entorno claustrofóbico, se sentiría en paz,
calmado, incluso feliz, porque a fin de cuentas lo que esperas conseguir a
golpe de ron y cerveza “Carrefour” no es más que noquear tus neuronas para
olvidarte de ti mismo, para escapar de tu vida, para soñar que eres otro… otro
en un lugar solo pintado entre los marcos de lo utópico, donde el único
cansancio es el de los partidos de fútbol de los sábados con amigos del barrio
y donde las elecciones son entre lo bueno y lo malo, jamás entre la real
miseria y la peligrosísima esperanza vacua…
Motores colosalmente pequeños
teniendo en cuenta que son exactamente los mismos que usan en los
trasantlánticos: jugosa ironía saber que sus engranajes son movidos a golpe de
salitre y agua… la mar, fuente de alimento, recreo, energía… de agotamiento, de
horas sin ver a los críos, de borracheras sin sentido a escondidas del patrón…
Central hidroeléctrica de administración local, pero con dueña española:
debemos pagarles tributos a los forasteros para obtener la electricidad que
nosotros misos cosechamosy parimos: absurdamente idéntico a comprar el derecho por
tener un jardín el cual, una vez abonado, asemillado y recolectado, sus frutos
son para el arrendatario y quien compró la tierra ha de pagar también por el producto.
Ayer se pararon los motores, esta
mañana se enfriarán y ahora por la noche es cuando se adentra en un nico
vertical con apenas medio metro cúbico de medición en cuyas tripas se haya uno
de tantos motores que alumbran las desperdigadas casas de las islas… Parar,
enfriar y adentrarse para hacer limpieza de sus guliverianas piezas: solo es
posible desde dentro, a mano, incluso con amor para joder más, pues es
imposible trasladar pistolas de aguas o hidrocompresores que desimpregnen el
gasoil secado.
“El motor está frío”... no puede
evitar sonreír -¿consuelo, resignación?- ante esa criminal y cínica frase:
cuarenta grados no es el polo y su traje no es para verbenas en la playa… así
todo el tiempo corre en contra –demasiadas horas extras que pagar si se espera
hasta la temperatura ambiente- y la salud de un obrero es inimportante cuando
para eso le hemos hecho un seguro privado.
Traga gases del líquido limpiante:
abrasan su garganta, llegan a los pulmones y encienden los pequeños gáglios de
su interior quemando de a poco el residual oxígeno que toma del receptáculo… al
menos, le recuerda a la libertad del cigarrillo los domingos viendo a los magos
del balón, quienes coleccionan “Ferraris” por dos veces el valor de su casa y
meten goles, mientras él les aplaude embotado con la birra de litro y la pizza
congelada… Frota… golpea… seca… cuanto más tarde mejor: ¿qué importan unos
gases más o menos si cuanto más segundos pases jugando con la muerte del motor
más se engordará la cuenta el día primero?Maldices tu empleo porque apenas te
permite tiempo ni para media paja… vendes tu reloj por unas pocas decenas de
euros más al mes: puedes comprar un videojuego al niño para que olvide que
anoche pudiste ayudarlo con los deberes, pero preferiste trabajar un extra y
amasar fortuna para comprar el paquete del “Canal+”: hipotecamos los detalles
del hoy para perdernos en el placer inerte de pasado mañana…
Entra la sed: en la oscuridad total
atina a coger la garrafa y reza para que sea la del agua, tibia, pero saciante,
no la de orines –prohibido salir al baño situado a cincuenta metros por
demasiada demora- colocada estratégicamente una bajo cada empleado…
Aún falta para el respiro de la
cena, aún falta para que les permitan salir a sonarse la nariz llena de
petróleo y sudor, aún falta hipoteca por pagar, aún falta una letra más del
coche, aún falta la comida del bebé… aún falta descubrir el tumor cerebral por
inhalación de productos cancerígenos…
Desde Madrid esperan el cheque de
los administradores de la central, quienes a su vez lo cobran a ayuntamientos y
cabildos… En Madrid esperan en pleno Julio con el aire acondicionado a máxima
potencia y hielo fresco en sus garrafas de agua limpia.
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