miércoles, 12 de junio de 2013

Escrito (12/6/2013)


Flashback dance.

            La sangre gotea desde la mesa golpeando la testa abierta por la frente… no pueden moverla porque el golpe sonó seco y temen partir sus cervicales como ramitas de algodón… menos de 35 kilos de mujer, whiskey y huesos marcados a la altura del pecho, apenas sirven para retern un talento escondido cual arpa: irremediablemente tuvo que bailar.

            El compás de la salsa abrio en su cerebro alcoholizado el chorro de los recuerdos e inmediatamente sus ojos salieron de las órbitas para situarse por arriba, encima de su cabeza, 25 años antes, subida a esa tarima del “Utopía”, discoteca de moda en la capital… unos pechos casi descubiertos, piel tersa, tacones, medias de putilla y una cadera con estufa en lugar de coño que se movía hasta el punto de confundir si el movimiento lo dominaba la mujer o la pelvis a ella… cada noche un pene distinto… cada noche la más deseada… cada noche invitacion, elogios y ego que subía metro a metro para con el tiempo destruirse contra el suelo como cristal de vino blanco.

            Noches bailando, mañanas follando, poco sueño… la coca no se hizo esperar, pero igual que los dolores de estómago, donde los antiácidos se recetan para contrarestar las pastillas para el reflujo -paradoja estúpida de los chamanes blancos, empeñados en atiborrar a los niños con antiparásitos en lugar de dejar que coman tierra y caguen mierda- el crac se hizo hueco en su botiquín… polvo blanco para ralentizar la noche y ese mismo polvo, procesado, inundando los pulmones para acelerar las horas de luz… máquina del tiempo loca que poco a poco destruyen la carcasa del mejor motor dancístico que parió la lava del archipiélago…

            Una pescadilla de ebriedad y decadencia: necesita de sus dos fantasmas para poder aguantar la música en la pista, para atraer a su séquito, a su jauría, pero esos mismos amigos traicioneros van consumiendo su carne, su cerebro, su boca… le provocan una metamorfosis invertida donde el gusano que resulta de ella pasa de ser princesa de corazones a bufón de la corte, hazmerreír de jóvenes que ahora se avergüenzan de haber tenido algún día su poya en su boca…

            Pero hoy es hoy… desempolva la corona invisible y a falta de tarima –los bares que pretenden ser decentes esquivan estos adornos- se sube a la mesa… sigue siendo el hazmerreír del público que aplaude con sorna, sonríe con cinismo y anima con sarcasmo… pero en su cabeza 25 años no son nada y se mezclana para confundir pasado con realidad… deja-vù amargo que para acentuar el chiste traba su tacón en la grieta de la mesa y provoca su caída…

            Cráneo abierto. Sangre rota. En el suelo incosciente rodeada por curiosos, dueño del local y sanadores, la música sigue sonando en algún lugar entre ayer, hoy y mañana… un espacio donde solo la princesa destronada puede escucharla.

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