Patas y media.
La carne de los muñones estaban descolgándose, como
leprosa, por causa del roce de las extremidades mutiladas contra los adoquines
de la acera: una gordura mórbida, genética e inevitable causaron estragos a un
hombre adicto al chocolate y la leche condensada… sobredosis de azúcar… amputación
doble. De rodillas hacia abajo la nada y un peón de obra las necesita para
poder mojar pan en los garbanzos. Una paga insuficiente, una barriga que llega
hasta la punta del pene desbordándose por encima del cinturón y manos callosas
de arrastrarse por el suelo: no quedan sillas de ruedas disponibles para
extrabajadores, las eléctrica nos las cubre el seguro y las muletas para
alguien con zapatos en los brazos se convierten en zancos ridículamente
difíciles de manejar.
Calle comercial, peatonal, artística… mimos, payasos,
músicos, magos y una albóndiga humana que se arrastra con las manos sucias por
el suelo, levantando la palma en busca de limosna, gritando cuando le hunden un
tacón descuidado en la espina dorsal… se arrastra como un cienpiés sin medio
cuerpo que desparrame los intestinos y el líquido verde, viscoso por la tierra
mientras se mueve esperando que las hormigas lo devoren vivo… de lejos los
niños se alejan del gordo depiezado porque tienen demasiadas imágenes de
zombies en el cerebro y temen un mordisco que los convierta… en el fondo los
adultos somos iguales: por eso lo miramos con pupilas a caballo entre el asco y
la compasión a medias, tirándole alguna peseta para aplacar la ira del
no-muerto… la calle está llena de espejos posibles y nadie quiere comtemplar un
futuro venido a menos que es plausible de hacerse real con tan solo caer bajo
una guagua… vencimos al SIDA, pero no a la maldita casualidad.
Un esquizofrénico con chupa rockera toca la misma canción
en la flauta una y otra vez, compulsiva, mecánica, obsesivamente frente a la
heladería: no busca propinas, solo satisfacer el deseo de su niño malcriado
interno sabiendo que con tal de que guarde silencio el dueño le dará un helado
de menta –el menos que se vende- con tal de que se vaya con la música a otra
parte… lo mismo hará por una hamburguesa de ayer y por una cola caducada…
patrones de comportamiento social del siglo XXI: tener lo que se desea, con
humillación incluida.
El cojo siempre se arrastra hasata el flautista porque
saben que le caerá alguna sobra –media cola, el pepinillo de la hamburguesa, el
fondo derretido y baboseado del cucurucho-.Su perro lo acompaña para conseguir
la metasobra: en la cadena de la necesidad los eslabones descendentes siempre
son infinitesimales.
Esta vez tocó la lotería y en el hipermercado cierran
antes: dejan las cajas de fruta mosqueada y los cartones de leche fuera del
contenedor porque saben que la desesperación no entiende de higiene.
Allá va la albóndiga, con los antebrazos hipertrofiados
de arrastra 95 kilos calle arriba y abajo cientos al día y su perro andrajoso,
de pelo apelmazado, como el de un rasta cutre, siempre va tras él… tan flaco
como un rocín, pero fiel no tanto a la comida, son a su compromiso con el
hombre: en algún momento –probablemente cuando se nos olvidó que solo somos
monos con un poco más de coeficiente- el perro hizo un pacto con La Madre y
juro ser mejor que el hombre para darle siempre amor incondicional… perro y
lisiado caminan juntos, él recoje la comida, la reparte lo más equitativamente
posible que puede.
Una madre con el niño y la merienda observa la imagen… si
no fuera por el botox incluso
lagrimaría… el querubín se acerca al hombre y le da su bocata de Nocilla… sin
piernas lo coge tembloroso, como los perros que huelen la mano con los dientes
fuera temiendo una nueva ostia… lo coge –mamá acaricia al niño y le promete
unos caramelos- abre el pan y deja al animal lamer el chocolate: a ninguno le
gusta el pan, así que lo tira.
El mozo que lleva la mercancía hasta la basura lleva un
rato observando mientras suda apoyado en el carrito, asombrado de que un zombi
sin medios de crema de cacao al perro, se quede sin comer a favor de un animal…
el doble-cojo le mira, a los ojos, penetrante, directamente… lee su pensamiento
o al menos eso nos hace creer…
“Si no alimento al perro jamás volverán a crecerme las
piernas”dice de forma cíncia.
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