domingo, 2 de junio de 2013

Escrito (2/6/2013).


Amor a muerte.

            La sangre sale a presión contra el espejo llenándolo de vida viscosa, roja, ardiendo… demasiada sangre para tan pocos pinchazos: seguramente se haya cogido una arteria o bien la yugular del feto de cuatro meses que tuvo en la barriga… con un destornillador plano se perforó el vientre en ocho ocasiones duro, profundo, sin marcha atrás, porque no hay derecho al aborto para las esclavas y parir un cadáver condenado al alcoholismo y los abusos es una desgracia que el mundo ya no quiere, una desgracia que nos obliga a cerrar los ojos aún más fuerte, una desgracia que ella no tiene aguante para soportar en mitad de un mar de tiburones caníbales donde las mujeres tienen derechos para enseñar las tetas donde desean, follar con doce tipos si les place, pero que a la hora de la verdad entre las cuatro paredes de una casa blanca como la cal viva, siguen con la correa amarrada a alguna polla anacrónica, troglodita e insegura, vírgenes violadas por el peso de la conveniencia social que dejan camelarse por promesas de nunca jamás, de buena vida al lado de un hombre que las protegerá de todos, incluso de sí mismas, por eso no debes salir de casa cuando yo no esté… por eso debes se mi cocinera, mi doncella, mi puta para poder demostrarte lo mujer que eres… por eso debes dejarte follar con mi pie en la cara cuando no tengo a mano a mis otras concubinas… hombres de extramuro: sonrisas amplias, ramos de flores al trabajo de su esposa y pins de la “Cruz Roja” en la calle… ogros macabros, cínicos, borrachos en el hogar transformado en una cárcel con barrotes de veneno ahogando el pecho, la mente y la boca de SU mujer, de SU pareja, de SU compañera, porque el anillo del anular no es símbolo del amor, sino anilla colombofólica que marca una propiedad a la altura del coche o la tele, más divertida solo porque tiene coño, ano y boca… en un mundo donde devoramos coca en busca de la felicidad perdida en la época del mono, no es tan disparatado que devoremos el alma de muchachas casi vírgenes como dragones airados del medievo…

            No soportó el dolor de la última puñalada y cayendo partió el retrete con la cabeza: sangre craneal, sangre estomacal, sangre fetal de un niño que con tres heridas viene: ¿la de la vida, la de la muerte, la del amor?Ni hablar: eso es un cuento de viejas sin depilar, porque para una mujer sometida a la tiranía del ogro inseguro las únicas heridas son la de la humillación, la de la anulación, la de la desesperación… pero él es un buen hombre que siempre saluda y nos ayuda a subir las bolsas de la compra, así que esos ojos negros y los moretones por el brazo deben ser culpa de una torpeza femenina elevada a la máxima potencia: todo el mundo lo quiere, todo el mundo la mira con envidia por su suerte con el marido.

            La ambulancia llega tarde –por fin un golpe de suerte- y en medio del sangrerío ven al cadáver muerto de un hijo que jamás montará en bicicletas azules, ven una mujer que ni llora ni sonríe reducida durante años a una muñeca de satisfacción, ven un marido desesperado abrazado a su esposa, llenándose las manos con una sangre que lame, porque incluso esa sangre de ella también es suya…

            Médicos, enfermeros, policías… socorren al joven histérico y enamorado con calmantes, palabras de ánimo y un chocolate caliente… en el retrete, con una mata mal colocada que tapa solo una teta y parte del tronco, yace olvidada el cuerpo de una joven a quien criticaran por monstruo… ¡cómo nos gusta hablar en la inopia!Una mujer que por amor mató dos pájaros desplumados de un tiro… una mujer pisoteada durante casi dos décadas por un cordero social con las entrañas podridas… una mujer junto a un niños asesinados por todos los que damos la espalda en ese baño.

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