sábado, 15 de junio de 2013

Escrito (15/6/2013)


Sin cuentos ni hadas.

            Se tiró un pedo tan fuerte que el perro saltó desde el colchón que por suerte está directamente en el piso, sin somier, solo baldosas y gomaespuma… un perro feo, negro y despellejado por un atropello anterior a la familia cuya falta de raza se compensa con la campechanía, simpleza e incondicionalidad de su amor, al igual que esas chicas plebeyas que sin pintarse ni ir con diademas de princesa aman a jóvenes gorditos, con la poya pequeña y algo tímidos: desgraciados unidos por la necesidad de cariño en guerra contra un teatro cargado de papeles absurdos… ellos duermen en el suelo con un perro feo a sus pies, porque prefieren la improvisación a los textos prefabricados, escritos por masas de guionistas con demasiado cerebro, con poca alma, un alma sola, única, compartida entre demasiados cuerpos zombificados por las pautas del que dirán…

            Un perro asustado y un pedo con olor a coliflor podrida hirviéndose en agua marrón de fregar… un marido agarrado a su teta riéndose por el sonido y el tufo, reminiscencia del gamberrismo infantil.

            Ella sigue durmiendo y el la observa cálida, retorcida, con los pezones agrietados… comienza a acariciarla con su dedo índice de barbilla a pies… la primera parada es en un sobaco con pelillos fetales, entre cortos y largos, una axila afeitada hace dos, quizás tres o hasta cuatro días la última vez –con 54 años casi nadie se fija en esta parte de su propio aspecto… menos aún cuando se garantiza la pasión ciega de un hombre, el hombre, su hombre tras casi tres décadas- y desde ahí persigue una larguísima estría que le abarca todo el costado hasta llegar a los dos tajos de la cesárea: cuando vio abrir el vientre de su esposa en el quirófano en lugar de desmayarse o salir corriendo, sonrió al recordarle el corte con las lonchas de carne una abierta a cada lado a los peces cocinados a la espalda… “pescadito” es el mote cariñoso hacia su amada, porque el “cariño”, el “churri” o el “corazón” son palabras polisignificativas de historia anónima, escrita por los mismos guionistas de alma en multipropiedad… piropos que gustan a princesas con tacones, faldas estrechas y mechas en el pelo, halagadas por cachas de gimnasio con el tatuaje de moda saliéndosele por la espalda… cuando pase la temporada del trival para eso existe el láser.

            Se detiene unos minutos infinitamente agotables para pasear la llema de sus dedos por la raja de su pescadito… mientras, mete en su boca los pezones desgastados por el tiempo, la tristeza, la alegría, la leche, la vida… su vagina, velluda y ya más cerrada que hace unas juventudes, comienza a lubricar, momento que aprovecha para estimular el clítorex con una digitación de pianista mientras continúa babeando dulce y lascivamente los senos, unos senos que tras el primer chorro de mamancia pasó de pera golden a pimiento de piquillo, pero que con el transcurso de los años han aumentado en exitación para su hombre porque “te quiero como el primer día” es una frase cutre de don juanes lectores de “Crepúsculo”… el amor verdadero se acrecienta para aumentar instante tras instante en el “hoy es siempre todavía” del tiempo, porque el amor verdadero, como el de los perros feos y despellejados, es un globo que se hincha con cuidado para que no explote, se deja reposar un tiempo para desinflar el exceso y luego se vuelve a soplar dentro con pasión resucitada hasta que los cachetes se llagan por dentro del esfuerzo en soltar aire… el amor es un globo que se trata con fuerza furiosa y delicadeza infantil hacia el juguete favorito, todo a partes iguales… el amor son casi tres décadas haciendo chorrear una vagina peluda por los dedos de un calvo con bigote, el amor son casi tres décadas compartiendo el potaje de los sábados y saliendo a comer dos veces al mes al chino, el amor  son casi tres décadas de crecimiento común y familiar mientras el pelo, las tetas y el sueldo se caen… el amor es algo muy distinto de cuentos y leyendas escritos por guionistas con demasiada Cenicienta en el cerebro.

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